Magnífico discurso del Rey


Hace ya muchos años que sigo con atención los discursos del Rey, navideños o de otro tipo como el del 23 F. Salvo éste, por la gravedad del asunto, y el del propio Felipe VI cuando el golpe en Cataluña, esos discursos suelen ser suaves, templados y adecuados a la situación que generalmente es tranquila pese los disparates y desmanes que cotidianamente vivimos.

Pero en este 24 de diciembre de 2023 las cosas presumían distintas. ¿Qué diría el Rey, acosado como está por unos y otras?, ¿cómo reaccionaría ante el continuo y ya hartante intento de dividir al país?. ¿A qué se expondría para no ser pluriatacado por la colección que nos gobierna o aparenta hacerlo?. Curiosidad e inquietud, por mi parte, y suma atención por parte de los que escuchamos las palabras de Felipe VI, al menos en mi domicilio.

Solamente una palabra podría definir lo que la actuación del Rey fue: Magnífico. Con tranquilidad, mesura que no ocultaba contundencia, su mensaje se centró en un hecho incuestionable: Constitución, Constitución, Constitución, palabra que de una forma u otra utilizó para tirar por tierra todos los intentos que desde hace ya demasiado tiempo nos vienen afectando. Lo dejó bien claro, más que claro incluso. Respeto y mantenimiento de la Constitución que algunos juramos acatar en 1978, aunque ya se sabe que los juramentos, a veces, se los lleva el diablo.

Y la mejor muestra de lo que el mensaje del Rey dejó en el ambiente se vió reflejada en la serie de manifestaciones que al día siguiente aparecieron en la prensa. Manifestaciones que compartían lo que acabo de comentar, pero también manifestaciones que reflejaban justo lo contrario. Mensaje incoherente, sin entrar en los problemas del país…, mensaje sin sentido de la realidad, mensaje hueco y anodino…, con éstas o palabras similares. Entre ellas me llamó la atención la de una tal señorita Marta Lois (de Vigo, qué pena, creí que los de Vigo no éramos así) ya que criticaba el que el Rey no se hubiese referido con críticas, supongo, a la extrema derecha. Y una vez más, ante esto, me pregunto: ¿Qué es la extrema derecha?. ¿La que condena el aborto indiscriminado?. Yo también. ¿La que condena la entrada masiva de inmigrantes que acabarán islamizando España?. No soy católico, pero yo también. ¿La que dice que no solo el hombre es culpable de la violencia de género?. Yo también. Hablar por hablar cuando no hay muchas neuronas, al parecer, y no hay mucho que decir salvo machacar una y otra vez insistiendo en lo mismo hasta que cuele. No voy a hablar aquí de cómo se forja de manera irreversible la identidad sexual durante una etapa crítica de la gestación, ya lo hice en un comentario anterior. Tampoco voy a repetir que respeto a los homosexuales, de ambos sexos, ya lo demostré en múltiples ocasiones, pero la verdad ya cansa el que cuando no hay argumentos válidos y científicos se vuelva siempre a lo mismo.

Y luego están los Aragoneses, Turules, Puigdemontes, etc, ansiosos de que se reconozca su superioridad genética (¿de verdad lo creen?), que se les pague por ello lo que los demás hemos ganado día a día, mientras algunos amasaban fortunas en Andorra (eso dice la prensa respecto al patriarca Pujol y familia). Todos ellos, claro, analizaron el discurso del Rey como insumo, flojo y sin sentido de la realidad. Habría tanto que hablar y analizar….

No vale la pena continuar salvo para decir: Enhorabuena Majestad, ha estado claro y magnífico en un momento sumamente complicado, lo que le honra más.

Por cierto, acabo de leer que el amado líder se opone a la defensa frente a los piratas huutíes, normal ya que ha despojado al Frente Polisario del espacio aéreo del Sahara. Cousas veredes. Y también acabo de leer que el ánimo progresista de Sumar les lleva a pedir que se elimine en la declaración de la renta el que se pueda destinar a la Iglesia el IRPF que a uno le corresponda pagar. Normal también, aunque sería conveniente que se diesen una vuelta por Africa y viesen cuantos niños morirían y carecerían de cualquier tipo de conocimiento si no fuese por la ayuda de los misioneros, que no adoctrinan, pero cuidan, curan y enseñan.

Felicidades Majestad, ojalá tengamos un Rey así durante muchos muchos años.


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