Tras darle vueltas y más vueltas a los disparates políticos y falta de dignidad vividos estos días he encontrado la solución a este problema tremendo que, por las ansias de poder de algunos, a cualquier precio, y las necesidades económicas de otros, se nos viene encima sobre este país antiguamente llamado España.
Según he leído, el lunes el Rey comienza a recibir a los representantes de los distintos grupos parlamentarios para que por parte de éstos se le diga a quién pretenden proponer como Presidente del Gobierno. Todo muy lógico y constitucional, como debe ser, por ello hemos aprobado la Constitución en 1978 (yo entre ellos). Pero también he leído que por parte de algunos de esos grupos, concretamente ERC, Junto, Bildu, BNG y quizás algún otro que se me olvida, no se piensa acudir a esa cita obligatoria (por pura lógica) con el Rey ya que no le reconocen como tal. Esto es lógico y lo entiendo perfectamente ya que no reconocen al Rey porque tampoco reconocen la Constitución. No hay más que ver cómo han adquirido su condición de diputados utilizando frases incongruentes, disparatadas e incluso maleducadas. Sin embargo, y aquí viene la paradoja, todos estos tienen un importante sueldo mensual, fijo y dietas de todo tipo, que les pagamos todos o casi todos los españoles. Una buena solución sería el dejar de pagar impuestos (en progresión creciente en los últimos años), pero, por desgracia, estamos bien amarrados y rápidamente caeríamos en picado y muertos de hambre. Por tanto no es una solución viable, al menos de momento.
Pero no hay que preocuparse, la solución que se me ha ocurrido es mucho más sencilla y lógica de acuerdo a los porcentajes de votos registrados por cada grupo en las últimas elecciones. En total esos grupos pueden representar a un bajísimo porcentaje de la población española, pero tampoco importa el que unos muy pocos decidan por otros muy muchos. La solución es que en cada una de las poblaciones o comunidades muy escasamente representadas por los grupos citados, se proceda a la división en dos (o tres en algún caso) que se constituyan como repúblicas independientes al margen de España. Para que se entienda mejor: Galicia, por ejemplo. Esta Comunidad ha obtenido un escaño, que no sé a cuántos gallegos representa, pero los estadísticos pueden calcularlo y en base a eso dividir a Galicia en dos: una monárquica e integrada en España, y otra independiente y republicana. Por supuesto esa división no debiera ser meramente teórica si no práctica. Por ejemplo: Galicia independiente correspondería a la parte de Ferrol hacia arriba, aunque quizás sea mucho pero es tan solo un ejemplo (sin pretender ofender a los ferrolanos). Por supuesto tendría que denominarse con otro nombre, Galainorte, podría ser, y a ella tendrían que irse a «vivir y trabajar» los que no reconocen a España ni a su Rey. El resto de Galicia seguiría siendo lo que hoy es, con la diferencia de que los ferrolanos de Galainorte que no quisieran vivir allí se trasladasen a la Galicia real, quizás mediante un intercambio de propiedades (pisos, fincas, etc) con los Galainorteños que se hubiesen trasladado desde otras zonas de Galicia..
Y esto lo dice un gallego, orgulloso de su tierra, sus costumbres, y que a lo largo de su vida ha hecho más por ella, a nivel local e internacional, que los que hoy pretenden lo que pretenden (ya expuesto), pero que también se siente español. Más complicado sería lo de Cataluña, ya que habría que dividirla en tres, pero ese no es mi problema.
¿El resultado final?. Pues una España más pequeña en extensión y número de habitantes (poco más pequeña en realidad) pero más lógica y homogénea. Recordemos que la España actual se estableció hace cientos de años, a partir de pequeños reinos, algunos de taifas, que se fueron agrupando.
Y volviendo al Rey y a la investidura. Lo lógico es que los grupos que no quieran presentarse ante él, no jueguen ningún papel en la votación del Presidente y que éste sea, por tanto, el más votado. Pura lógica. Pero es que además esos grupos debieran de desaparecer del Congreso y dejarse así de vivir del cuento a costa de los que con dificultades para vivir (cada día mayores) les mantenemos.
¿No es una solución lógica todo lo expuesto?.