El título parece un contrasentido, pero no lo es. Hoy me he enterado por una paciente y su esposo de que en el Hospital en el que presté servicios durante 40 años y en la Facultad de Medicina donde me formé y comencé a impartir docencia a los 24 años, justo tres meses después de finalizada la carrera, la mayoría de los médicos de uno y otra me odian y aconsejan a los pacientes que no acudan al Centro Sanitario que monté hace ya años como consecuencia de una promesa que me hice a mí mismo si, en 2002, era capaz de sacar adelante a mi hijo mayor tras un gravísimo accidente de coche. Lo logré, fue la primera vez en el mundo que con el método utilizado conseguí sacarlo adelante plenamente, pese al pronóstico negativo que le daban, si vivía. Y como resultado de ese tratamiento pionero, como dije, acabó su carrera de Biología Molecular con su promoción, hizo investigación conmigo, en mi Departamento, y posteriormente en el extranjero; obtuvo el título de Doctor Europeo, algo al alcance de muy pocos, obtuvo un Master Internacional de Terapias Avanzadas, es también médico y está felizmente casado con la hermana de un joven boliviano quien tras doce meses en coma profundo tras un accidente de aviación y pérdida prácticamente completa del hemisferio cerebral derecho, logré recuperar llegando incluso a andar con la pierna que no podría manejar por la falta de ese hemisferio. En nuestro Centro hemos tratado a más de 15.000 pacientes prácticamente de todo el mundo, Suecia, Suiza, Rumanía, Bulgaria, Italia, Inglaterra, Marruecos, Canadá, Norteamérica, Méjico, Panamá, Costa Rica, Colombia, Argentina, Brasil, Kuwait…, y nunca, en ningún caso, he cobrado un euro por ello; era parte de la promesa que en su día me hice. Pero, pese a todo ello, los médicos, en España y en Galicia, sobre todo, me odian, según me han dicho muchas veces (hoy fue la última) y aconsejan a los pacientes el no acudir a nuestro Centro. Incluso, según me dijeron hoy, a la paciente que le comentaron todo ello le añadieron que alguno o algunos médicos habían presentado querellas judiciales contra mí. Falso, absolutamente falso. Jamás ha ocurrido eso, no con médicos ni con pacientes. Cierto es que no siempre se han conseguido los resultados deseados, así es la Medicina, pero también es cierto que ninguno de los miles de pacientes tratados ha sufrido efectos secundarios de ningún tipo.
En estos ya largos años, hemos conseguido recuperaciones únicas, como cinco casos de Síndrome de Regresión Caudal y Agenesia Sacra, algo considerado imposible por la interrupción del desarrollo vertebral y consecuentemente medular en la gestación; hemos detenido la progresión de cuadros genéticos sin esperanza alguna…, en fin, hemos resuelto miles de casos con afectación neurológica cerebral o periférica. ¿Por qué el odio entonces?
En Medicina llegué a Catedrático, monté el primer laboratorio de Hormonas y Bioquímica Especial de toda Galicia (año 1975), he dado clase a 25.000 alumnos, más o menos, he dirigido 16 Tesis Doctorales, formado a numerosos Catedráticos y Profesores Titulares; he recibido 26 Premios de Investigación, impartido 96 conferencias plenarias en prácticamente todas las Universidades españolas y numerosos Congresos internacionales de gran prestigio (conferencias invitadas). Diariamente recibo cantidad de correos con invitaciones para seguir publicando en revistas científicas de prestigio o impartir conferencias. Nuestro Centro ha sido elegido por dos veces Mejor Centro Nacional… ¿cuál es la lógica de todos estos ataques?. ¿Por qué en España solo y no en todo el mundo ya que, como dije, he tratado a pacientes de muy diversos países?. ¿Por qué médicos extranjeros, Argentina, Méjico y USA sobre todo, me escriben consultándome cómo actuar ante un caso complicado?.
Solo se me ocurre una explicación, celos, envidia e ignorancia. Fui el primero en resolver con un método absolutamente novedoso un caso condenado al fracaso total, pero lo hice a sabiendas de lo que hacía; no en balde me había pasado años de investigación en mi laboratorio de la Facultad trabajando y publicando sobre el mismo tema; descubriendo, por vez primera la existencia en el hombre de un ritmo endógeno hipotálamo-somatotropo, rebatiendo, con datos irrefutables luego plenamente aceptados, la publicación de un Premio Nobel sobre el control adrenérgico de la secreción de GH, algo que había sido dogma de fe durante años, describiendo cuál era el papel de la miostatina en la regulación del crecimiento muscular (trabajo éste que fue considerado el “más elegante de 2002”), y mi grupo de investigación fue el primero en demostrar como actuaba la GH sobre la proliferación de células madre cerebrales, su diferenciación a neuronas y migración de éstas a las zonas dañadas. Fuimos también los primeros en demostrar el efecto de GH sobre la angiogénesis y arteriogénesis y su acción positiva sobre isquemias críticas del miembro inferior que evitaba la amputación de éste. Muchos, muchos trabajos de investigación, muchos profesionales formados y muchos pacientes salvados, incluso comas.
¿Por qué entonces tanto odio?. Pregunta recurrente.
Pues sencillamente por falta de lectura y conocimientos, así lo creo y así me lo demostraron experiencias vividas desde 2010. Para muestra voy a describir algunas.
En 2010 se me invita a una conferencia multitudinaria en una Universidad de Sevilla. El salón de actos estaba a tope, médicos, terapeutas y familiares de pacientes. Finalizada la exposición una señorita desconocida se levanta y me dice que soy un farsante, que solo busco ganar dinero y darle un puesto de trabajo a mis hijos (ignorancia plena de los trabajos de mis hijos). En un tono cada vez más agresivo me dice que ella es terapeuta y que se encarga de la fisioterapia de los costaleros que llevan sobre sus hombros las imágenes de las procesiones de Semana Santa (nada que ver con lo que yo había expuesto; por supuesto), sigue despotricando y acaba levantándose y marchándose del salón. Ahí se producen ya una serie de intervenciones de distinto tipo y entre ellas, como más llamativas, una de un insigne neurólogo de Sevilla que afirma que lo que yo he expuesto es imposible desde un punto de vista médico, lo dice en tono despreciativo también, aunque más suave; le respondo que el primero en postular que la GH podría ser un arma eficaz para combatir el daño neurológico había sido A. Scheepens en 2001, un importante investigador de Auckland, Nueva Zelanda, quien había publicado en una importante revista el efecto de esa hormona sobre daños cerebrales en ratas, concluyendo que era importante el analizar si esa acción podría darse también en el hombre. Y aquí un inciso, cuando yo traté a mi hijo en 2002, no conocía el trabajo de Scheepens publicado unos meses antes, pero el resultado obtenido permitió comprobar por vez primera que la idea era correcta. Pero volviendo al neurólogo sevillano ni conocía la publicación de Scheepens ni las otras muchas que a raíz de aquello habían surgido, incluidas las de mi grupo; por ello ese neurólogo siguió en sus trece tratando de desacreditarme. Pero lo más grande, y triste, ocurrió a continuación, un endocrinólogo sevillano, amigo teórico puesto que con él había compartido diversos viajes a Congresos por una serie de países y teníamos una relación de amistad, en tono aparentemente afable me dice que yo sé muy bien que lo que yo he expuesto no es cierto ya que, de hecho, él había tenido ocasión de comprobarlo y publicarlo un año antes en pacientes con lesión cerebral traumática. Me dejó sorprendido, por ser quien era y por esa supuesta publicación que luego comprobé que no era tal. Lo que él había publicado es que en pacientes con traumatismo cerebral se producía un déficit de GH y déficits cognitivos, pero para nada hablaba de tratamiento. Sabiendo eso, como también yo lo sabía, ¿no habría sido lógico el que les hubiese administrado la hormona?. Pues sí, pero no lo hizo porque en aquel momento desconocía los efectos cerebrales de la GH. Evidentemente no había leído nuestros trabajos, ni los de otros investigadores, en los que demostrábamos que el giro dentado del hipocampo existía producción propia de GH, idéntica a la hipofisaria, y que esa hormona cerebral inducía la proliferación de células madre y su diferenciación a distintos tipos de neuronas, así como la migración de estas nuevas neuronas a zonas cerebrales dañadas. Precisamente esa fue la tesis doctoral con la que mi hijo obtuvo el título de Doctor Europeo. Igualmente, ese endocrinólogo sevillano, como todo el público médico asistente, desconocía las publicaciones que reflejaban el que inmediatamente tras un daño cerebral el receptor de GH pasa a expresarse en prácticamente todo el cerebro; algo que seguramente es una señal de llamada para decirle a la hormona: “Ya estoy aquí, listo para que me actives y ponga en marcha la reparación”. Con razón se dice que la ignorancia es atrevida. Pero más triste aún es que 10 años después de aquello, en 2020, el mismo endocrinólogo sevillano público un trabajo, en el que figuraba una hija suya también como autora, en el que demostraba que la GH aumentaba en ratas adultas la memoria reciente, aspectos cognitivos, etc. O sea, prácticamente lo mismo que yo había presentado y que tanto se me había criticado en aquella Conferencia en Sevilla. Y no solo eso, cuando en 2013 publicamos un trabajo en el que describíamos el papel de la GH como Neuroprotectora y Reparadora Neural, rápidamente la Sociedad Española de Endocrinología envió unas letras a la editorial en la que ese trabajo se había publicado atacándonos duramente, algo a la que la editorial no hizo ningún caso, salvo publicar ese miniescrito sin base. Ver para creer, ya que yo mismo había pertenecido años a esa Sociedad Española de Endocrinología y había recibido Seis premios de investigación (3 de la de Adultos y 3 de la Pediátrica, todos por trabajos con GH).
Pero la historia no acaba ahí, unos meses después de lo de Sevilla fui invitado a dar otra conferencia en San Sebastián. Y ahí se repitió la historia. En este caso fue uno, tan solo, neurólogo distinguido quien sin argumentos trató de rebatir lo que yo había expuesto. Le respondí y como el buen señor, muy chulo por cierto, ya no tenía por donde salir, me dijo: “Yo tengo el Premio Vasco a la Excelencia Investigadora”. Le dí la enhorabuena y le dije que me congratulaba porque yo tenía el “Premio Gallego a la Excelencia Investigadora”. El público comenzó a reír y ahí se quedó la cosa.
En el extranjero, en cambio, las cosas fueron y son diferentes. En 2011 me invitaron a dar unas conferencias en el Instituto de Neurobiología de Querétaro, Méjico, agotadoras por la gran cantidad de investigadores y el gran número de preguntas que me hicieron, con interés todas ellas ya que en ese Instituto, muy prestigioso, trabajaban, y ahora aún más, con GH. Tal fue el interés despertado que de Querétaro me llevaron a la Facultad de Medicina de Méjico DF, una Facultad inmensa con 25.000 alumnos en aquel entonces. Igualmente mucha gente, mucho interés y grandes atenciones. Tras aquella conferencia se vino a nuestro Centro un niño de Nuevo León con parálisis cerebral infantil. Estuvo un año con nosotros y se le dió el alta totalmente curado, hasta el punto de que unos meses después una periodista de su ciudad escribió un artículo en El Diario de Colima, en el que vertía cantidad de alabanzas hacia nosotros y nuestro Centro y afirmaba que si ella fuese miembro del Comité de los Premios Nobel el de ese año me lo concedería a mí (conservo el artículo).
Y para culminar, en 2015, me invitaron a pronunciar otra conferencia plenaria en el Congreso de la FASEB (Federación Americana de Sociedades de Biología Experimental) en Colorado. La FASEB es una entidad sumamente prestigiosa que se reúne en Congresos cada dos años, congresos a los que solamente acuden investigadores muy cualificados. Que yo sepa, yo fui el primer español en dar una conferencia en uno de esos Congresos, y posteriormente, hace dos años creo, fue invitada una ex-alumna mía de Medicina en Santiago. Bien, pues el éxito de aquella conferencia fue tal que a los 10 minutos de haber empezado a hablar los asistentes se pusieron en pie y comenzaron a aplaudir (lo conservo grabado en video). Me quedé aturdido, como es lógico, no me esperaba esa reacción. Pero las felicitaciones al finalizar fueron continuas y durante años después periódicamente recibí y recibo correos de investigadores prestigiosos que allí habían estado presentes, invitándome a más charlas o trabajos, pero los años ya no dan para más. Quizás el correo más entrañable que recibí fue el de un conocidísimo investigador en el mundo de la GH, de Nueva Zelanda, catedrático en Auckland, Mike Waters, en el que me decía que mi charla había sido el “highlight” del Congreso para él. Nunca lo olvidaré y siempre conservaré ese correo.
Bueno, me he extendido demasiado, pero es que lo que me dijo la paciente de hoy acerca de qué opinaban de Foltra y de mí, una serie de médicos del Hospital, me indignó sobremanera, por la ignorancia y, quizás, por la envidia acerca de todo lo que he logrado en un campo que era desconocido. Aunque también es cierto, al menos así me lo dijo el esposo de la paciente, que uno de los médicos al saber que estaba siendo tratada en Foltra le dijo que yo era una eminencia. Tampoco es así, pero al menos se agradece.
Qué falta hace el estudiar más, en todo, y trabajar más, en todo, y que no haya enchufes y corrupciones, en todo, y que triunfe el trabajo y no el amiguismo o el interés. Así nos va.
Jesús Devesa
Una respuesta a “Una noticia sorprendente que no me debería sorprender”
Hay gentuza para todo, envidiosos, hipócritas, etc.!
Un colega De Santiago una vez me dijo, mientras más progresas en la vida más enemigos que surgen a tu paso!
A Dios gracias por tus esfuerzos genuinos de ayudar a la humanidad más aya de los incrédulos que no hacen nada o lo mínimo por ella!
Bendiciones para ti, tu familia y tus logros con el Instituto de Salud Foltra!
Habiendo sido uno de tus millares de alumnos, me siento muy agradecido por tus esfuerzos en enseñarnos la fisiología humana bien digerida para que la comprendiésemos durante nuestros dos primeros años de la carrera, un hueso duro de romper!
Desde Miami, Florida te envío este mensaje de solidaridad por compartir tus conocimientos con este Pediatra ya retirado después de 46 años de practicarla! Siempre adelante con la frente alta , Profesor, colega y amigo, de este guajirito exiliado político cubano que tuvo la dicha y bendición de lograr su sueño de hacerse médico en la Promoción 69-74! Calurosos abrazos,
Felix Fermín Regueira Diaz