Un Mundo Maravilloso


No me refiero a la política, por supuesto, cada vez más desastrosa, si no al mundo animal y vegetal.

Desde niño me intrigó la Naturaleza, el comportamiento de pequeños animales, insectos, leía con pasión todo lo que el famoso naturalista francés Fabré publicaba y trataba de repetir o comprobar lo que él en sus libros narraba. Esa pasión por el mundo animal, pero también vegetal permanece, pese a los años y no deja de sorprenderme. Por ejemplo, hoy leí un artículo publicado en Science el 21 de febrero de este año, en el que se describe cómo un pequeño ratón, ese animal al que a menudo se odia y persigue, trata de ayudar a sobrevivir a un compañero herido o que él piensa que está muerto. Se trata de un experimento realizado en laboratorio en el que los científicos anestesian a un ratón hasta que pierde el conocimiento e inmediatamente introducen otro ratón en la jaula del animal inconsciente. El resultado es tremendamente curioso porque el animal introducido al ver a su compañero de especie aparentemente muerto o inconsciente, inmediatamente trata de ayudarle. ¿Cómo lo hace?. Pues rápidamente comienza a lamerle la cara, tirarle de la lengua, quizás para que respire, mordiéndole para estimularle. El descubrimiento más sorprendente de este estudio es la existencia de respuestas instintivas de emergencia en animales para reanimar a sus compañeros inconscientes, e incluso recién fallecidos. Este estudio proporciona la primera evidencia documentada de un comportamiento similar a la reanimación.

Este hecho se ha observado en otras especies animales, como delfines, elefantes y primates no humanos. Es la lucha por la supervivencia de la especie “cuantos más seamos más podremos ayudarnos entre nosotros”, sería la explicación. Curiosamente este hecho o similar se da también en hormigas, quienes realizan auténticas operaciones para salvar vidas. Una inteligencia excepcional que yo mismo he observado aunque no logremos entender qué es lo que la pone en marcha, máxime cuando estos comportamientos se dan incluso en condiciones de oscuridad. ¿Cómo captan todos estos animales la necesidad de auxilio al que está herido o inconsciente?. Pues probablemente, según otro estudio también publicado en Science, todo se deba a la liberación de oxitocina, hormona que juega un papel clave en los vínculos sociales, las relaciones sexuales y el parto, aunque éste no venga al caso ahora. Liberación que tiene lugar desde áreas específicas del cerebro como la amígdala, clave en el comportamiento, y el hipotálamo, clave en la adquisición día a día de memoria. De hecho, la inactivación de oxitocina, o el bloqueo de su receptor, afecta negativamente a ese tipo de conducta, lo que confirma que la oxitocina es esencial para las respuestas de urgencia. Ello se conjuga con el bien conocido papel de la oxitocina como la “hormona del amor”, ya no solo en humanos como se sabía, si no también en una serie de especies animales muy diversas y, probablemente en todas aunque en muchas sea otro tipo de hormonas.

Pero las maravillas de la Naturaleza no se detienen aquí. Hoy sabemos que los vegetales sienten, por ejemplo cuando los cortamos o talamos un árbol, e incluso que se comunican aunque no sabemos cómo. Sabemos también que organismos tan simples y primitivos como el moho, son capaces de dirigirse específicamente hacia una fuente de alimento, como ocurre si se les pone cerca azúcar, por ejemplo. Y sabemos también que las abejas se comunican entre sí para indicar a la colmena dónde hay alimento, flores ricas en polen. Y lo que es más sorprendente es que lo hacen dibujando una especie de GPS que indica a las demás el camino a tomar para encontrar el polen buscado. ¿Qué tipo de inteligencia poseen y cómo son capaces de esa transmisión tan avanzada?. Maravillas de la Naturaleza.

Pero hay más, y tan sorprendente como lo citado. Recientemente a mi hijo Pablo tuvieron que extirparle de un brazo una fea larva ya crecida de una mosca llamada Boro, que se da en las selvas de Bolivia y seguramente en otros países colindantes. Al estudiar de qué se trataba, cuando me envió las feas fotos de la cirugía y el animal en cuestión, estudié, preocupado, posibles repercusiones por infecciones. Y ahí vino la sorpresa. Resulta que esa mosca pone sus huevos en una serie de mosquitos, los que pilla, de forma que el mosquito cuando pica a una persona le introduce esos huevos; desconozco cómo lo hace. El huevo, bajo la piel de la persona, da origen a una larva que crece bajo la piel alimentándose del tejido en el que se alberga. Pero no hay infección de ningún tipo, y aquí viene la sorpresa. La propia larva, para protegerse, va secretando a medida que se desarrolla una serie de antibióticos que evitan que pueda ser infectada por su huésped pero que también impiden que el huésped desarrolle una infección. Tremenda sorpresa. Llega un momento en el que la larva ha adquirido ya un gran tamaño, superior al de una mosca normal, para prepararse para salir al exterior, pero mientras tanto permanece fuertemente agarrada con una especie de dientes a la zona en la que se ha implantado. Es entonces cuando se detecta y se procede a la cirugía para extraerla. Cirugía que tiene que ser amplia y meticulosa para que la larva-mosca sea extirpada en su totalidad ya que de no ser así, si quedase un fragmento muerto de ese animal, ese fragmento ya no produciría antibióticos defensivos y habría riesgo de infección para el paciente.

Increíble, pero cierto. Así es la Naturaleza que tanto desconocemos y así es el comportamiento animal con los suyos, tan diferente al de los políticos que padecemos. Insultos, guerras, ¿no somos de la misma especie?. Pues parece que no.

Jesús Devesa


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