¿Por qué conocemos tan poco acerca de la melatonina?


            Cuando se habla de la melatonina inmediatamente surge una relación entre esta hormona y la “inducción de sueño”. Esta es una constante, no solamente entre cualquier persona, sino también entre muchos profesionales de la salud. Pero no es correcto, el que piense que la melatonina actúa como un hipnótico, quien la prescriba como si así actuase, o quien la ingiera pensando en ese efecto, está absolutamente equivocado.  La mejor demostración es que si tomamos melatonina por la mañana, a plena luz, no por ello vamos a caer en un sueño profundo, ni mucho menos, algo que sí ocurriría si ingiriésemos cualquiera de las típicas pastillas para dormir. 

            ¿Qué tiene que ver entonces la  melatonina con el sueño?, ¿tiene algo que ver en realidad?. Pues sí, tiene mucho que ver, pero no con la inducción si no con el “aviso” al organismo de que debe prepararse para dormir. Un “aviso”, una preparación, que después pueden ser respondidos o no con la aparición del sueño.  

            ¿Cómo ocurre todo esto?, ¿a qué se debe?. 

            En el cerebro existe un marcapasos, el Núcleo Supraquiasmático, que continuamente está recibiendo información desde el exterior del organismo (también desde el interior), procesa esa información como si fuese un miniordenador y el resultado de ese procesamiento es enviado a distintas partes del sistema nervioso central, pero también a la periferia, para que el organismo esté perfectamente sincronizado con el exterior; con lo que está ocurriendo en el exterior. El Núcleo Supraquiasmático es por ello conocido como un “generador de ritmos internos” que se adecúan a lo que está sucediendo en el exterior. Entre ellos el ritmo vigilia-sueño, en realidad expresión del ritmo natural luz-oscuridad. La falta de luz, la pérdida de los impulsos fóticos que llegan a la retina, es detectada en el núcleo supraquiasmático y éste envía una serie de señales indicando al organismo que debe prepararse para dormir. Estas señales alcanzan por vía de neurotransmisión a la glándula pineal y ésta responde entonces sintetizando y liberando melatonina. La melatonina es entonces el mediador químico de la señal nerviosa que ha comenzado con la pérdida del impulso fótico, la falta de luz, que va a señalar al organismo que debe producirse el sueño.  Este se producirá o no, pero ya no es problema de la melatonina, ella ha actuado como mediador, ha cumplido su función. No es por tanto un somnífero, no es un inductor del sueño, si no un vigilante que dice: “retírense, es la hora de cerrar”. 

            Pero la melatonina tiene otras muchísimas funciones, poco conocidas o desconocidas en general. Lo hemos descrito ya en varias ocasiones en estas mismas páginas, pero vale la pena incidir en ellas. 

            Conceptos importantes para tener en cuenta: la melatonina no solamente se produce en la glándula pineal, prácticamente se sintetiza en todas las células del organismo; no es exclusiva del ser humano, la producen todas las especies animales y vegetales, precisamente la que se comercializa se obtiene a partir del cacao.  ¿Cuál es la razón de todo esto?. Pues probablemente todo radique en su papel como sincronizador de ritmos biológicos, si bien tal y como hoy sabemos sus funciones van mucho más allá de lo que es una mera sincronización. 

            ¿Por qué es tan poco conocida la melatonina desde un punto de vista farmacológico?. Pregunta difícil de contestar y que requeriría un análisis mucho más intenso y profundo que el que podemos llevar a cabo en estas páginas. Pero quizás el punto de partida radique en la producción de melatonina por la pineal. Esta glándula neuroendocrina, es decir una glándula que responde a la estimulación nerviosa liberando una hormona, era conocida como el Tercer Ojo en la filosofía budista, o sea desde tiempos inmemoriales. La base para esta denominación es que en reptiles, básicamente, las células que la integran, los pinealocitos, poseen capacidades fotoceptoras, son capaces de responder directamente a la luz, a los cambios en la intensidad de ésta. La razón es la delgada capa ósea que en los reptiles separa a la pineal del exterior. Esta función se ha perdido en mamíferos y vertebrados superiores, el cráneo en éstos tiene ya un espesor que impide que la luz sea percibida por la pineal. Esta idea filosófica del Tercer Ojo se ha mantenido durante siglos y es probablemente una de las razones que llevaron a que la ciencia en general se olvidase de esta glándula. Dicotomía entre visión científica y visión filosófico-religiosa. Pero además sabemos desde hace muchos años que, en el hombre, la pineal se calcifica tras la infancia, lo que también probablemente llevó a pensar que una vez calcificada careciese de funciones relevantes. No es así, sin embargo, la calcificación no impide que la pineal siga siendo funcionalmente activa. Realmente desconocemos si estas razones, expuestas de manera muy sencilla, fueron las que llevaron a que el mundo de la endocrinología se olvidase de la pineal, de forma que el estudio de ésta pasó a ser un subapartado localizado muy abajo en la escala de intereses de la investigación en endocrinología en general.  La investigación acerca de la pineal, y la melatonina en particular, quedó relegada a un muy minoritario grupo de investigadores, los pinealólogos, que paulatinamente se fueron apartando de lo que era la endocrinología de mediados del siglo XX y principios del XXI. Comenzaron a publicar en revistas muy específicas, prácticamente dedicadas únicamente a esta glándula, a participar en congresos cuyo único campo a cubrir era la pineal, y poco a poco la separación y el aislamiento se fueron haciendo cada vez mayores. 

Quiero, en este momento, dejar constancia pública de que yo estaba incluído en el amplio grupo de los que no prestaban ninguna atención especial a la pineal y su hormona (no la única que produce por cierto), la melatonina. Incluso a nivel docente se hacía mención (hacíamos mención…) a la melatonina para hablar del jet-lag, ese desfase horario y desajuste en los biorritmos que ocurre cuando se viaja a través de distintos meridianos, sobre todo en dirección Este.  

Pero el mundo de los pinealólogos siguió a lo suyo y a ellos tenemos hoy que agradecerles el que hayan trabajado tan intensa y fructíferamente en algo en lo que tan solo ellos creían. Es el momento de citar a un “visionario”, el Profesor Dr. R. J. , Reiter, catedrático de la Universidad de San Antonio, Tejas, auténtico pionero mundial y pilar básico en la investigación sobre melatonina desde los años 60 (cuanto tiempo hemos perdido…). Vale la pena leer su libro de divulgación publicado en 2005 y titulado: Melatonina, la maravillosa hormona natural de nuestro cuerpo. Y tras Reiter, Daniel Cardinali, catedrático de Fisiología de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET, descendiente de gallegos, extraordinario científico y mejor persona, LP Niles de la Universidad de Hamilton en Canadá, y en España los Profesores Darío Acuña y Germaine Escámez de la Universidad de Granada. Cito tan solo a aquellos a quienes conozco y me consta son pioneros en sus hallazgos tan importantes sobre los efectos de la melatonina, pero hay muchos más, por supuesto.

Bueno, ¿y qué es  lo que hace la melatonina para ser una hormona tan increíble?. Lo hemos descrito ya en estas páginas hace unos meses, pero el que quiera profundizar más en el tema tan solo tiene que entrar en la base de datos MedLine: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/  y en Search teclear Melatonin. Seguro que muchos se sorprenderán al leer todo lo que se ha publicado sobre esta hormona. 

Entre los hallazgos más recientes, e importantes en nuestra opinión, está el que los precursores neurales (células madre nerviosas) expresan el receptor tipo 1 de la melatonina y responden a ésta con activación de Akt, un enzima clave para la supervivencia celular (en este caso neural). Un punto de partida para entender el por qué la melatonina es de utilidad en el daño cerebral, incluídas enfermedades neurodegenerativas como los propios descubridores de esa activación proponen. Otro aspecto importante, publicado por el mismo grupo de Niles, indica que la combinación de ácido valproico (tan utilizado como antiepiléptico) y melatonina puede significar una nueva estrategia terapéutica en una serie de patologías neurológicas. ¿Por qué?, pues porque el ácido valproico aumenta el número de receptores para melatonina, facilitando así la respuesta a ésta.

¿Algo más?. Pues sí, mucho más, potenciador de la respuesta inmune del organismo (el propio Reiter sugiere que la combinación de melatonina y omega-3 en la dieta es antitumoral, y para ello basta con consumir 6 nueces diarias  (en ellas se encuentran ambos compuestos); quelante de radicales  libres, con lo que evita el daño celular producido por procesos de tipo inflamatorio; corrector de disfunciones mitocondriales (utilizable por tanto en una serie de mitocondriopatías) cardioprotectora, factor antienvejecimiento, hipotensora ocular…, en fin mejor leer en MedLine. 

Cuantos años perdidos pensando en la melatonina como en aquello que precisamente no es: Inductor del sueño. 

Jesús Devesa    


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