Cando aínda era neno, hai moitos anos, no fermoso Sur de Galicia, era habitual que che dixesen: neno, sécache ben o pinjanillo despois de mexar para non mollar os calzóns. Algo que aínda hoxe se escoita no rural galego. ¿Qué era el pinjanillo o pinganillo en castellano?. Pues el órgano sexual masculino, está claro. Pero parece que ese significado no se extendió al resto de España, realmente no lo sé, ya que por lo que se lee y ve en TV se ha acordado que en el Congreso de los Diputados debe comenzarse a utilizar el pinganillo por parte de todos y todas (gravísimo esto último considerando la ley Trans y la del Sí es Sí), ya que si alguien quiere entender lo que otro dice debe utilizar el pinganillo y si carece de él ponérselo para lo que lógicamente si es de sexo femenino tendrá que someterse a cirugía y hormonación. De verdad no lo entiendo.
Pero incluso con todo el Congreso disponiendo de pinganillo puede ocurrir que no se entienda o se malinterprete lo que el traductor dice tras una intervención de un diputado o diputada. Y ello porque aunque el pinganillo esté activado (no quiero ni pensar en lo que puede ocurrir con 350 o más (diputados, diputadas que lo eran antes de pingallanizarse, periodistas y periodistas, etc) pinganillos activados, puede darse el caso de que el traductor no entienda bien lo que el interviniente dijo, desde la tribuna o el escaño, y alguno tome la intervención del parlante de forma absolutamente errónea. Imaginemos lo que puede ocurrir ya en la primera sesión del Congreso de este nuevo período político:
Habla la Presidenta del Congreso: «Benvinguts al començament d´aquest nou curs polític. Té la paraula en primer lloc el Sr. President, en funcions, d’aquesta Nació de Nacions«.
Sube entonces a la tribuna el Presidente, en funciones, y dice: «Buenas tardes a todos, todas y todes. Quiero decirles que frente a los que defienden la vuelta a un pasado oscuro y tenebroso, nuestro Gobierno progresista ha conseguido que la economía española vaya como una moto». Se escuchan entonces dos tipos de respuestas colectivas; una procedente de un poquito más de la mitad de las bancadas que suena: Brr, brrrr, brrrrr, brrrrrrr…… (supongo que imitando el sonido de una moto al arrancar y ponerse en marcha) y la otra procedente del resto que silba y grita: Fuera, fuera, fuera, traidor, traidor…
Ante este segundo tipo de respuesta el Sr. Presidente pregunta. «¿Por qué responden ustedes así?, en su ánimo solo está la búsqueda de la confrontación, del ruido permanente…, no he sido yo quien ha acudido a Waterloo a reunirse con el Excmo. Sr. Puchi, ni sabía que esa reunión iba a producirse; ha sido la Sra. Vicepresidenta quien entre planchado y planchado de su ropa ha tenido unos momentos para reunirse con el eurodiputado citado«. En ese momento tiene que interrumpir su discurso ante los tremendos aplausos que resuenan por un lado y los gritos y abucheos de la otra parte del hemiciclo. Mientras tanto, la Sra. Vicepresidenta sonríe, como hace siempre, mirando a un lado y a otro, adelante y atrás, agitando su lacia melena rubia que antes era negra, pendiente de ver quién o quiénes están observándola. A su vez, el Presidente, en funciones, la observa seriamente mientras recuerda para sí las palabras de Jesucristo pocas horas antes de su crucifixión diciéndole a Pedro (el de hace siglos): «Pedro, Pedro, ¿por qué me has traicionado?.»
Pide la palabra entonces el portavoz del PNV y dice, dirigiéndose al Presidente en funciones: «Eusko Jaurlaritzaren izenean gure herriarentzat eskatzen dut: Paradoreak, AHT, Gizarte Segurantza eta autodeterminazioa, Diputatuen Kongresu honetan jarraitzeko ezinbesteko baldintza gisa.»
Y aquí se armó el lío padre, porque una diputada de no recuerdo qué partido que no había querido ponerse el pinganillo, se levanta airada y le dice en catalán a la Presidenta del Congreso: «En aquest Congrés no s’entén més que un idioma, el nostre, per la qual cosa exigeixo a la Sra. Presidenta que es repeteixin totes les intervencions en l’idioma del nostre país lliure. Visca Catalunya lliure.»
La Sra. Presidenta le responde, enfadada: «Senyora diputada li truco a l’ordre per primera vegada, poseu-vos l’oca i no intervingui per fer-nos perdre el temps». «Isto non é representativo do que pensa o pobo español nin nada, que se repitan as eleccións», habla Feijóo.
Ante todo ello, la Sra. Paquita, se levanta con cara de cabreo y dice: «Se suspèn la sessió fins a nova ordre.»
Y así fue, tiempo perdido, dinero tirado (procedente de todos los españoles) y, lo que parece aún más grave, las Sras. diputadas que se habían empinganillado no saben ya, ni pueden, cómo quitarse el pinganillo. Menudo problema se les ha creado.
Conclusión: no juguemos con el pinganillo que puede traernos graves consecuencias, ya lo había escuchado de niño.