HONOR A LA GUARDIA CIVIL


Tras contemplar una y otra vez las imágenes, vergonzosas, en las que se muestra como un lanchón de desesados (carentes de sesos, descerebrados) narcotraficantes acaban arrollando a una pequeña Zodiac, con la que unos inermes guardia civiles trataban de identificar o impedir o detener a esos descerebrados narcotraficantes, hasta que éstos desesados la destrozan del forma intencionada y como resultado mueren en el acto dos agentes y queda otro gravemente herido, no puedo evitar la profunda indignación que siento hacia los culpables y los que directa e indirectamente les han estado apoyando y expresar mi más profundo respeto por ese cuerpo que tanto ha sufrido mientras de forma inversa tantas vidas ha salvado.

Y es entonces cuando me vienen a la cabeza los atentados asesinos de ETA, la muerte de niños inocentes por simplemente encontrarse en el lugar en el que vivían sus padres, agentes, las casas cuartel de la Guardia Civil. Y recuerdo también cuánto este Cuerpo ha hecho por ayudar en la pandemia COVID-19 y cuántos de sus integrantes fallecieron en esas ayudas. Igualmente recuerdo las injurias a las que por el mero hecho de ser Guardia Civiles muchos de éstos han sido sometidos en lo que se conoce como País Vasco, o el deseo o interés político y social de expulsarles de Cataluña, País Vasco, Navarra y, ahora también, lo que nos faltaba…, de Galicia si en las próximas elecciones triunfa el radical comunismo del BNG.
Y vuelves a ver las imágenes del asesinato marítimo y te revuelves indignado en tu asiento al escuchar cómo otros grupo de descerebrados apoya los ataques con el lanchón, se ríen, palmotean… y te preguntas ¿por qué?. ¿En qué país nos ha tocado vivir o por qué ha cambiado tanto este país?.

Y recuerdas las veces que has tenido que recurrir a la Guardia Civi porque te han robado datos de tu tarjeta, y cómo de bien y rápido te atendieron y lo resolvieron. O cómo han ayudado a tantas madres perseguidas por otros grupos de desesados, cómo han rescatado a innumerables escaladores o marineros o espeleólogos inmersos en situaciones críticas. O cómo atienden los problemas y accidentes de tráfico. Y todo esto ¿para qué?, ¿con qué medios?, ¿con qué apoyos?. Por algo se les conoce como «La Benemérita», porque realmente actúan como tal.
Y viendo el funeral de uno de los fallecidos en la locura marítima del viernes se sobrecoge el corazón cuando al paso del féretro los compañeros alineados se llevan su diestra al casco o lo que lleven cubriendo sus cabezas mientras inclinan éstas hacia abajo. Y cuando el féretro entra en la Catedral de Pamplona comienza a sonar el Himno Nacional, más sobrecogedor aún.

No quiero seguir porque acabaría diciendo barbaridades contra los políticos responsables de todas estas desgracias, pero sí quiero decir:

HONOR Y GLORIA A LA GUARDIA CIVIL. En ellos podemos confiar.


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