¿Así se hace política o es todo una tapadera?


Hace unos días se cumplieron 5 años de la tremenda pandemia de COVID-19. Y en recuerdo de los más de 100.000 fallecidos, políticos (¿lo son de verdad?, han comenzado un ataque grosero y sin cuartel contra la Presidenta de la Comunidad de Madrid, alguien que, por cierto, tiene las ideas muy claras y así las expresa, y me parece una persona honrada y sincera, aunque no la conozco. Pero claro, la política es la política, al menos la que desde hace unos años se viene practicando en este país o, más bien, lo que era este país en el que la grosería y malos modos brillaba por su ausencia, no como hoy, y todos, o casi, vivíamos mucho mejor; al menos en lo que a educación y comportamientos respecta.

Han pasado cinco años ya, inolvidables. Inolvidables por todo lo que pasó, la gente que falleció y la que aún sobreviviendo quedó con secuelas que, de momento, parecen irreparables.

Recuerdo, como médico e investigador, que aún soy, 55 años después de licenciarme, las primeras noticias de la OMS hacia mediados de enero de 2020, acerca de la aparición de un virus potencialmente mortal, en China, y la posibilidad, como ocurre con prácticamente todos los virus que afectan a humanos, que ese virus se propagase rápidamente por todo el mundo. La OMS urgía a tomar medidas tendentes a la prevención de contagios; no se disponía de vacunas, prácticamente se desconocía cómo el virus podía contagiar y los efectos que podía causar entre los afectados. Pero la realidad, temprana realidad, es que en China comenzaban a producirse fallecimientos imposibles de evitar, neumonías bilaterales contra las que era realmente difícil combatir.

Y efectivamente, la rápida propagación comenzó a producirse. En Europa fue Italia el primer país afectado y todo hacía pensar que rápidamente llegaría a España, viajes, transportes, aviones, no estábamos desconectados del resto del mundo y mucho menos de países tan cercanos como lo es Italia.

Recuerdo también que ante las noticias de la prensa, tremendas, en febrero de ese año dicté una orden, como Director Científico y médico de un Centro sanitario de atención al paciente neurológico, que obligaba a todos los trabajadores, pacientes y familias, a lavarse las manos varias veces al día, utilizar guantes desechables, mascarillas y comenzar a realizar pruebas PCR periódicamente, o inmediatamente cuando alguien en el Centro presentase síntomas gripales, era lo que se sabía. Ordené las terapias en aislamiento, y también el que se pusiesen unas mamparas de cristal en las consultas médicas, que aislasen al médico y al paciente que consultaba. ¿Resultado?. En nuestro Centro no hubo ningún caso de COVID-19.

Pero mientras tanto, me sorprendía, por el disparate que representaba, el que un médico cuyo nombre no voy a citar pues ya lo han hecho otros muchos en estos años, afirmase que “en España tan solo habría uno o dos casos”. Un auténtico adivino, dotado de una perspicacia increíble. No recuerdo si en esa misma entrevista televisiva le preguntaron si recomendaría o no que su hijo acudiese a la manifestación “feminista” del 8 de Marzo. Su respuesta fue alucinante, como padre y como médico «experto en pandemias»: Que lo decida él, así respondió. Pero igualmente alucinante fue el final de una entrevista que le hicieron al que es Presidente del Gobierno de España, sin que le corresponda y sin serlo en realidad: “Viva el 8 de marzo”, fueron sus palabras finales, animando indirectamente a que todo el mundo acudiese a esa manifestación Y efectivamente, la manifestación tuvo lugar, hombro contra hombro, cientos o miles de mujeres, y algunos hombres. ¿Resultado?. De aquella manifestación surgieron 25.000 contagios directos, entre ellos el de la propia esposa del Presidente y alguna o algunas ministras, y esos contagios se multiplicaron exponencialmente después. Y a partir de ahí el caos. Estado de Alarma durante algo más de tres meses, lo que me pareció muy bien, médicos y enfermeras trabajando horas y más horas diarias, y muchos contagiados y fallecidos, hospitales desbordados, residencias de mayores cerradas (lógico), y mientras tanto tertulias televisivas en las que médicos inmunólogos y microbiólogos discutían sobre cómo actuar. Algo sin lógica, o con toda ella, ya que según el ignorante Ministro de Sanidad de entonces y su acólito de los 1-2 casos, había un comité de expertos trabajando sin cesar en el problema. Expertos que nunca supimos quiénes eran pues en la práctica dicho Comité nunca existió. Esa es la ventaja de nombrar a un filósofo, Ministro de Sanidad. Pura lógica.

Y ahora, cinco años después de aquella tragedia nacional que, entre otras cosas sirvió para que muchos se hiciesen de oro, altos cargos y ministros incluidos, con la compra de mascarillas a empresas inexistentes o que carecían de actividad, al menos en el ámbito médico, pagando precios muy por encima del valor de mercado, comisiones millonarias, etc. En fin, algo que ahora se está ya enjuiciando en los Tribunales, debido a la gran trama de corrupción generada. Pero la culpa la tuvo la Sra. Ayuso, ¿de verdad?. Recordando aquello no puedo menos que pensar en la terrible DANA de Valencia y la culpa que se le atribuye a Mazón. Cierto es que este no actuó, creo, como debía, pero ¿no hubo más culpables a varios niveles, altos cargos y organismos estatales incluidos?. El tiempo lo dirá.

Pero así nos fue y así nos va. Este país ha dejado de ser el país en el que crecí, me educaron y trabajé. Y la pregunta que no puedo dejar de hacerme es: ¿Tanto estudio y tanto trabajo para vivir lo que hoy vivimos?. Corrupción, engaños, deuda billonaria creciente, atracos, asesinatos, droga por todos lados en impunidad total, violaciones, ausencia de educación, ausencia de respeto, grosería continua en el Parlamento…, ¿hasta dónde vamos a llegar?.

Jesús Devesa


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